Una de las etiquetas asociadas al oro es la de su papel como activo refugio. Esta condición ha sido arrastrada desde los tiempos de Trenton Woods cuando se acordó poner fin al patrón oro que ligaba el valor de una moneda a las reservas del metal precioso de cada país aunque incluso antes el oro se utilizaba como moneda de cambio.
La condición del oro como activo refugio viene dada por la demanda del metal y su habilidad histórica para ser inmune a la inflación hasta el punto de que la subida del oro suele ser síntoma de un posible aumento inflacionario, como comenta Sandra Córdona en un trabajo sobre el oro como activo refugio. Esta materia prima también puede servir como cobertura ante las fluctuaciones del dólar.
Una de las grandes ventajas del oro que además le ayuda como activo rfugio es su liquidez, ya que como explican en Bullion Vault el oro se puede convertir en dinero contante y sonante con suma facilidad, independientemente de la herramienta de inversión elegida. Y es que se puede comprar oro de diferentes formas. Las más comunes son el oro físico a través de lingotes o monedas, que se pueden adquirir de forma efectiva o a través de un poder que certifica la tenencia de ese oro y su depósito en una determinada empresa. La ventaja de esta fórmula es que el oro de inversión está exento de pagar IVA.
Pero también se puede invertir en oro a través de otros vehículos como pueden ser los ETF sobre el metal precioso o fondos de inversión especializados en oro. Adicionalmente, existe la posibilidad decomprar acciones de compañías del sector, de forma que no estaríamos comprando oro en sí mismo, pero sí apostando por él de forma indirecta.
El papel del oro como activo refugio no debe, sin embargo, hacer que descuidemos nuestra inversión en él. Habrá que seguir su evolución en el mercado porque siempre puede haber un momento en que este se de la vuelta y deje de ser tan atractivo permanecer invertido en oro. Dicho esto, tampoco hay que vender al primer cambio, sino más bien al contrario. Y es que este es también el valor de un activo refugio, que debe utilizarse más a medio plazo que a corto plazo.